viernes, 19 de octubre de 2012

MI POBRE OFICIO

     Siempre me identifiqué con los niños pobres. Con los más desposeídos. Mi infancia realmente nada tuvo que ver con las carencias; las necesidades se presentaron, sí, pero fue durante mi adolescencia y mi juventud. Cuando veo a los chicos pobres me invade la sensación de que hay un artista en potencia en todos ellos, o un hombre que llenaría de gloria a toda su nación. Pero el hecho de no tener nada puede estropear el mejor de los futuros. Soñar mucho con algo, creer en ese algo y luchar por hacerlo realidad no alcanza para conseguirlo. Se necesita que la vida te haga un guiño cada tanto. El esfuerzo y la fe en uno mismo, lo único que garantizan es que nuestro sueño siempre estará un poco más cerca, a diferencia de los que no hacen nada y se quedan quietos, teniéndose lástima y pensando que la vida es muy injusta. Mucho o poco, si algo exitoso o de valía he logrado con mi oficio, todo está dedicado a los niños pobres. Porque yo me siento uno de ellos: siempre descalzo, siempre hambriento, salvaje e indefenso a la vez, y también un poco loco.